viernes, 4 de junio de 2010

El marinerito




El marinerito
Quisiera esconderme en una palabra y vivir en una hoja de papel. Aún no me decido por cual palabra, me es tan difícil elegirla, como seguir esperando aquí en donde vivo. Al menos (me han dicho) en el mundo de papel, las cosas se pueden borrar y corregir, de igual manera se pueden volver a escribir. Suena interesante, porque en donde yo vivo, todo se queda tal cual fue, no existen los borradores, ni mucho menos la posibilidad de volverlo hacer.

Posiblemente antes de entrar en la palabra, realice un barquito de papel, para sentir que por siempre navegaré. Aquí en donde vivo, siempre eh querido navegar pero no eh podido, y lo más triste es que no sé por qué. Si aqui hay muchos barquitos, unos más grandes que otros, y también hay un montononal de agua por todas partes.

Yo quiero ser marinero, para conocer todita el agua. Cuando le digo eso a mi papá, siempre me regaña, me dice que el agua siempre es igual, y del mismo color, pero yo sé que no, yo sé que siempre cambia. Me pone bien feliz saber que yo lo descubrí, y que cuando tenga mi barquito de papel, se lo demostraré a todos.

Pero aún sigo buscando en qué palabra entrar. Tiene que ser una muy bella, así como la palabra “flor”, de las que mi abuelita tiene. O como la palabra “sol” que siempre me saluda con un rayito al despertar. O ya sé, como la palabra “agua” y así cuando haga mi barquito de papel, estaré también en el agua.

Aún no tengo idea de cómo entrar, pero ya estoy construyendo mi barquito. En cuanto lo termine le escribiré la palabra “agua” y esperaré ansioso a poder entrar. Mi abuelita siempre me decía que cuando desee algo, sólo cierre los ojos, cruce los dedos, que de dos brinquitos y al final le regalé una gran sonrisa al viento.

Antes de hacer lo que mi abuelita me dijo, y de entrar, debo despedirme de mi papá. Será un gran viaje, y debo decirle que su hijito marinero regresará. Y que les demostraré a todos como el agua no es siempre igual. Yo le dije a mi papá, que aquí en donde vivimos todos ven siempre todo igual. Por eso, nada más los hijos de los ricos pueden usar esos barcos grandes, y a mi papá y a mí que vivimos en una casita muy pequeña, tan pequeña que apenas cabemos, no nos dejan ni acercarnos al agua.

Si me dejaran acercarme poquito más, les diría porque el agua siempre cambia de colores. Pero, como no me dejan, yo viviré en mi barquito de papel, y en la palabra agua me sumergiré. Así cuando tenga que comer, sólo dibujaré la comida, y cuando no me guste algo lo borraré.

Aquí en donde vivo, una vez del coraje intente borrar con una escoba a don Catarino, el dueño de los barcos. Porque cual si fuera una basurita, me jaloneo de los pelos y me empujo hasta caer fuera de su barco. Yo no sabía que era de él, yo pensaba que los barcos eran sólo para los marineritos y para lo que querían llegar a ser. Así que don Catarino, me puso como jitomate, que porque con la escoba lo tumbe al agua, pero es que no se borraba.

Cómo podría ser marinero, si ni siquiera me dejaban subirme a un barco. Por eso, pensé en entrar en una palabra, cobijarme con las letras, y vivir en una hoja de papel.


Seré el marinerito que descubrió los muchos colores del agua.




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