jueves, 30 de diciembre de 2010

Que hable el corazón

Escucharé a mi corazón, otras tantas quizá lo ignore buscando evadir el sufrimiento, aunque irónicamente así consiga sufrir más. Pero que sea bienvenido el sufrimiento, así como el dolor, que gracias a ellos mi corazón se puede expresar en el exterior, mediante cada lágrima, mediante cada suspiro. Que hable mi corazón entonces, para que hable la vida. Pues no soy más que lo que mi propia alma es, que se envuelve de esperanza cuando mira el sol, el cielo, la luna, las estrellas, cuando ve vida en una flor, cuando ve muerte como el atardecer que hoy se fue para dejar paso a la noche. Que hable la vida, porque si no habla estamos muertos, y no sé si podremos renacer como el atardecer que se asomó hoy y ayer con la caída del sol.

No quiero

No quiero
No quiero ser sucumbida por la peste del ocio, liberando a mi cuerpo de sus propias capacidades, no quiero renunciar a mis valores, que son producto fiel de los sentimientos más profundos que de mi alma emanan, y que por ello, se vuelven uno de los más bellos milagros de la naturaleza. No quiero pertenecer al mundo de los conformistas, que se cierran a ver siquiera por la ventanita un poco de las bellezas y maravillas que de los otros mundos se asoman, mucho menos quisiera ser un ladrón de mis propios sueños, matando a paso rápido a mi rehén, pues sin sueños, solo queda un cuerpo, pero de qué me serviría a mí ser solo un cuerpo, si ya muchos cuerpos andan por ahí.

Ya no llora, solo ríe

Ya no llora, solo ríe

No le queda más que reír, y ríe. Es tanto lo que ha llorado, que necesita escapar por un instante de esa realidad tan atroz que ella ha misma se ha creado.

Ríe intentando evadir el sufrimiento, pero solo consigue que su alma sufra más. El alma se encuentra dañada, herida, y ella lo sabe, pero no hace nada por ello. Prefiere la cotidianidad, el entretenimiento que aunque superficial, termina desdibujando el llanto de su rostro, y cambiándolo por otra e irónica actitud. Dibuja un alma “alegre” por encima de su propia alma triste, desolada. Nadie la ve más que su mente, quien la espía y la persigue atentamente. Solo ella, su mente y su alma lo saben. Esa risa es mentira, una gran mentira, pero aún así, ella ríe.
Será acaso que entre tanta risa una que otra termine siendo real? lo que sí es un hecho, es que su alma no puede evitar el dolor que a toda ella envuelve, y que con el tiempo ahí nuevamente se irá conservando, a la vez como un recuerdo y otras tantas como algo que sigue presente, que se sigue almacenando así como hoy que llora, y después que ríe. Si dicen que somos lo que le damos al alma, como dando a entender: “con lo que la alimentamos”, yo me pregunto, qué pasará con el alma de esta pobre mujer al pasar del tiempo? si ella dentro de su alma ha cosechado dolor tras dolor, será que con el tiempo sea lo único que tendrá? En realidad no tengo la respuesta, en cuestión de sentimientos existen infinidad de ellas y hoy sinceramente, no tengo ninguna, por eso solo miro a esa pobre mujer, y veo que ríe, sea falsa o verdadera su risa, lo que sí puedo decir es que al menos por hoy ya no llora, solo ríe.

Las huellas de expresión

Las huellas de expresión
El espejo también habla, a ella le habló. Como cada mañana, se levantaba para bañarse, lavarse los dientes y maquillarse frente al espejo. En esta ocasión, las líneas de expresión de sus ojos se notaban más que nunca, o será acaso que apenas se había detenido a verlas con detalle?.

Para ella, aquello que hablaba su rostro frente al espejo significada la vejez, ese pasar de los años que ya estaban sobre ella, y no podía permitirlo. Sentía que tenía algo que hacer inmediatamente, y decidida a ello buscó en el directorio algún número de un cirujano plástico. Tenía dinero, y preguntando no perdería nada.

Y así fue, hizo cita, decidida a quitarse aquellas líneas que tanto se le marcaban ya por la edad. Al llegar al consultorio se presentó con el cirujano, dando los buenos días. Sin embargo, este último, se encontraba volteado en la silla de su escritorio. Ella alzando un poco la voz, volvió a decir nuevamente “buenos días”, hasta que el doctor de inmediato se volteó. Sin dejar que ella hablara, comenzó a decirle que su sonrisa era encantadora, y ella al escuchar esas palabras, quedó sorprendida, ya que no había sonreído en ningún momento desde que entró al consultorio, por lo que, lo único que pudo hacer en ese momento fue una expresión de desconcierto frente aquel cirujano. Él por su parte, siguió hablando, en esta ocasión le dijo que no solo su sonrisa era hermosa, sino que también su mirada lo era. Como esto parecía ir más allá de lo común para ella, decidió darse la vuelta, pero en ese momento, algo la detuvo. Y fue él, quien rápidamente al ver que iba caminando hacia afuera, la tomo precavidamente del brazo, no permitiendo su paso.

Al tenerla sujetada le dijo que podía saber de lo bello de su sonrisa gracias a esas líneas de expresión que se dibujan en sus ojos, y en relación a su mirada, le comentó que no había duda para nadie de que fuera tan hermosa como él anteriormente lo había afirmado.

Ella seguía sin comprender absolutamente nada de aquellas palabras, y lo único que pudo hacer en ese momento fue quitarle lenta pero cautelosamente la mano de su brazo. Él por su parte la seguía mirando y con un tono de amabilidad como si se conocieran de años atrás, la invitó a tomar asiento dentro del consultorio. Ella por su parte, a pesar de aquellas dudas que circulaban en ese momento por su mente, se sintió por un momento en paz, llena de confianza, como si ese hombre le transmitiera algún tipo de energía extrañamente familiar. Y sin pensarlo mucho, tomó asiento en búsqueda de respuestas más claras, pero esta vez, tomando ella la iniciativa y la palabra. Le preguntó que quién era él, qué si era esto algún tipo de cortejo, porque no lo permitiría, pero él solamente sonrió, y le contestó que lo único que intentaba decirle es que era bella así como estaba, que esas líneas de expresión por las cuales ella había ido, no eran más que las huellas de cada sonrisa memorable que a lo largo de su vida había tenido, huellas que el tiempo no puede borrar, mucho menos las manos de un cirujano.

Quizá pueda taparlas, siguió hablando el cirujano, pero no quitarlas. Esas sonrisas han dejado marcas mucho más profundas, han penetrado hasta su alma, y su cuerpo no puede hacer nada más que reaccionar, porque está vivo, como una flor cuando uno de sus bellos pétalos se dobla, que no puede volver a ser como antes, pero que no por ello dejara de ser un hermoso ser vivo.

Ella, anonadada, sin comprender toda esa escena que se presentaba frente a sus ojos, solo guardaba silencio. Cómo era posible que un cirujano, quien supuestamente debería querer operarla ya que es su trabajo, ahora quiera persuadirla para arrepentirse. Algo no estaba bien, y ella se lo cuestionaría de inmediato. Quién es usted, y por qué hace todo esto? él que se encontraba frente a ella, solo contestó: soy tú mismo, a veces unos que otros me llaman subconsciente, en este preciso momento estás soñando bella mujer, y es aquí donde verdaderamente me escuchas, o mejor dicho en donde tú te escuchas, pero por ahora, el tiempo terminó, y debes despertar.

Ella despertó algo asustada, se quitó las cobijas de encima, vio el reloj, el cual marcaba las 4:30 am, corrió al baño y se miró el rostro. Ahí estaban las arrugas, esas líneas de expresión que habían sido las protagonistas de su sueño Pero esta vez no las miró como un signo de vejez, sino de otra forma muy diferente. Frente al espejo se tocó delicadamente el rostro, hasta llegar a cada una de esas líneas, y entonces sólo sonrió y soltó estas palabras al aire, como diciéndoselas a ella misma: “ahí va, otra sonrisa, otra bella huella de las líneas de expresión”.