jueves, 30 de diciembre de 2010

Que hable el corazón

Escucharé a mi corazón, otras tantas quizá lo ignore buscando evadir el sufrimiento, aunque irónicamente así consiga sufrir más. Pero que sea bienvenido el sufrimiento, así como el dolor, que gracias a ellos mi corazón se puede expresar en el exterior, mediante cada lágrima, mediante cada suspiro. Que hable mi corazón entonces, para que hable la vida. Pues no soy más que lo que mi propia alma es, que se envuelve de esperanza cuando mira el sol, el cielo, la luna, las estrellas, cuando ve vida en una flor, cuando ve muerte como el atardecer que hoy se fue para dejar paso a la noche. Que hable la vida, porque si no habla estamos muertos, y no sé si podremos renacer como el atardecer que se asomó hoy y ayer con la caída del sol.

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